Política y economía sumergidas, dos formas de corrupción
Tanto
la política sumergida como la economía sumergida, dos clamorosas
negaciones del principio de transparencia, son dos formas de corrupción.
Dirigentes políticos que pactan por debajo de la mesa o millonarios
que guardan su dinero B en paraísos fiscales. Tanto da. Ahí tenemos dos
de las causas del malestar social expresado en la revuelta de los
indignados. Millones de españoles y no solamente los que acampan en
la Puerta del Sol, entre los que no encontraremos grandes evasores de
impuestos, virtuosos de la doble contabilidad o quienes se forran
mediante actividades criminales como el narcotráfico, la prostitución y
el comercio ilegal de armas.
Por
un informe de Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorro), hemos conocido
ayer la última hora sobre el tamaño de la economía sumergida en nuestro
país. Es la cifra más alta de las obtenidas hasta ahora en distintos
estudios con distintos métodos de trabajo. Entre los años 2005 y 2008
la economía sumergida representó en España el 23,7 % del PIB. Casi una
cuarta parte del flujo dinerario escapa al control de la Hacienda
Pública. Casi una cuarta parte de los recursos nacionales distraídos de la causa del interés general. Es decir, dinero robado a la caja común, aunque un liberal como Dios manda siempre lo disculparía con la excusa de la insoportable presión fiscal.
Por razones ocultas, o inconfesables, desconocidas, los gobernantes españoles nunca se pudieron las pilas para afrontar el mal. Si la economía española se duplicó en los últimos 30 años, la economía sumergida se cuadruplicó, según Funcas. Pero a ningún Gobierno le compensó nunca molestar a los poderosos que practican el fraude en cantidades realmente importantes y difíciles de ocultar sin la interesada desidia del poder político (por no decir complicidad, que seguramente le cuadre mejor).
Cuando los poderes públicos miran hacia otro lado, eso es política sumergida.
No hace falta ir a Salamanca para saber que una ofensiva en serio
contra los grandes defraudadores afectaría a personas influyentes y a
grandes poderes financieros, por mucho que se quiera identificar el
problema con el fontanero que cobra sin recibo, el comercio electrónico o
la empleada doméstica que no se retrata en el IRPF.
Sin
ir más lejos, bien recientes están los dos últimos planes fletados por
el actual Gobierno. Uno a primeros de marzo, “contra el fraude fiscal,
la economía sumergida y el trabajo no declarado”, sin que supiésemos
antes para qué sirvió el Plan de Prevención del Fraude Fiscal 2005-2009.
Y otro a finales de abril, “para el afloramiento de la economía
sumergida”, que se limita a perseguir a empresas y trabajadores subsidiados que ignoran a la Seguridad Social, amén de anunciar un espectacular aumento de las inspecciones sin aumentar la plantilla de inspectores.
Parches y más parches
que inducen la sospecha de que razones políticas sumergidas bloquean la
voluntad de acabar con un problema que, mire usted por dónde, es uno de
los tres estabilizadores sociales que impiden el ruido de cacerolas en
una España con casi cinco millones de parados (cobertura familiar y
subsidios públicos son las otras dos). Pero no es ningún consuelo.
Antonio Casado - 02/06/2011
http://www.elconfidencial.com/al-grano/2011/politica-economia-sumergidas-formas-corrupcion-20110602-7478.html
NOTA MÍA: En
2007, en época en que no se podía encontrar ningún trabajador
disponible porque en realidad había pleno empleo, se registraban
oficialmente 2.000.000 de parados en España, al tiempo que se daba
trabajo a 4.000.000 de inmigrantes. Evidentemente era falso y
ocultaba el fraude incitado por quienes sólo buscaban crear clientelas
políticas (pago a cambio de voto). Hoy nos enteramos de que en
Grecia 4.500 funcionarios muertos siguen cobrando su pensión, mientras
están registrados 9.000 pensionistas de más de 100 años, lo que
hace de Grecia el país con más esperanza de vida del mundo. Es evidente
que si los poderosos desde el punto de vista económico actúan como lo
hacen es porque una clase política corrupta (todos tienen deudas con los
bancos, que de vez en cuando se las “perdonan”) se lo permiten mirando
para otro lado y comprando las voluntades populares con un dinero que no
tienen. ¿Quién, si no, genera la deuda pública?
Saludos
Genaro Chic García
http://www.genarochic.tk
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¿Y qué es peor que una crítica? - La crítica constructiva. La gente nunca te lo perdonará (Eliyahu M. Goldratt, La meta, Madrid, 1993, p. 251)